La nueva sede de la NWS (New World Symphony) marca el esperado debut del arquitecto-estrella Frank Gehry en Florida, el cual recientemente fue inaugurado.
A primera vista sus líneas generales exteriores no reclaman el protagonismo de otras de sus obras (el Walt Disney Hall o el Museo Guggenheim de Bilbao), esta caja de veinticuatro metros de altura tras un amplísimo telón de cristal y acero, aloja una flor inequívocamente de su pluma y letra que visible desde el exterior ratifica su intención. Dejando en claro que este proyecto pertenece a Gehry.
Esta suerte de inmenso loto alberga en cada pétalo más de 24 salas-células de ensayo que al ceñirse crean espacio para el vestíbulo y dependencias propiciando la sala de conciertos. La sala para 757 espectadores es en sí misma un reto arquitectónico (y musical) que en 360 grados divide la audiencia en sectores sumándole ocho escenarios laterales aparte del central, adaptable en 14 variantes, cobijados bajo un techo de velas de barco configurado por pantallas video-acústicas móviles. La idea es que la música rodee al público y viceversa.
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