Muchas obras racionalistas fueron duramente criticadas debido principalmente a sus rígidas soluciones y la frialdad de sus materiales, esto llevó a muchos arquitectos a conformar nuevos lenguajes, que si bien proponen mucha mayor libertad formal, es evidente que están enraizados en la modernidad.
Es innegable que muchos de los planteamientos teóricos de la modernidad caducaron, no obstante hoy en día, paradójicamente, su discurso expresivo se presenta como un terreno próspero y fecundo, en el que algunos arquitectos juegan, sin cortapisas, con diversos materiales y recursos formales. Un interesante ejemplo es el trabajo del arquitecto chileno José Cruz Ovalle, cuya producción se mueve entre la sensibilidad y la racionalidad.
Crear ambientes donde la arquitectura de manera simultánea presente microclimas, flotantes sinfonías de espacios, donde cuidadosamente se consideran soluciones materiales y lugares para el encuentro, son el sello de este autor.
Al igual que en las obras de los creadores de comienzos del siglo XX, toda forma en los trabajos de José Cruz Ovalle está implicada por la función, sin embargo, sus espacios expresan una enorme y cálida sensibilidad. Su planteamiento teórico principal es la abstracción, que define como un alejamiento de las referencias simbólicas, para concentrarse en la comprensión espacial de la actividad y el lugar.
Para él, la creación arquitectónica no es producto de la casualidad, sino que exige una elaboración meticulosa, de esta forma se aproxima a los proyectos de una manera reflexiva y analítica.
Por las cualidades formales que exponen, sus obras pueden considerase como arquitecturas escultóricas, algo comprensible ya que Cruz Ovalle, desde comienzos de su carrera profesional, invierte largo tiempo a la escultura, disciplina desde donde libremente reflexiona sobre la forma, la materia y el espacio, de esta forma, la escultura con frecuencia da origen a sus argumentos arquitectónicos.
La madera, es uno de los materiales predilectos de Cruz Ovalle por su belleza y maleabilidad, cualidades que le han permitido todo un despliegue de formas y texturas.
Una de sus obras más conocidas son las bodegas para Viña Pérez Cruz, inspiradas en los arbustos de las parras y sus ramas quebradas, como también en los sombríos corredores y largos techumbres de las construcciones campesinas.
La volumetría de este complejo vinícola propone varios cuerpos longitudinales ligeramente inclinados entre sí, lo que genera un volumen que se posa extendido en el plácido paisaje del valle.
Con un gran volado horizontal unifica los distintos cuerpos estableciendo una referencia lineal que remarca la extensión de las praderas y contrasta con el agreste perfil andino. Las aberturas entre los cuerpos generan amplias vistas de los viñedos y el cielo. Los volúmenes se dividen en dos semicilindros volteados, recurso que remite a medias barricas recostadas, dejando un pasillo superior de inspección visual.
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El exterior del complejo fue revestido con madera de acabado burdo, lo que la integra al contexto, conformado por las piedras de las bases y las tierras de los viñedos.
Otro interesante proyecto del arquitecto Cruz Ovalle es la Escuela Pública de Educación Básica Subsidiada, ubicada en Villa El Palqui, Montepatria, Chile. Esta escuela se pensó para ser levantada en un poblado situado a 10 km del pueblo de Montepatria en un valle regado por el embalse La Paloma en el que viven principalmente obreros agrícolas que trabajan en la zona.
Este edificio –cuyas fachadas fueron construidas con tableros de resina fenol formaldehido- fue resuelto mediante una serie de aberturas y geometrías, escalando y modulando a través de las ranuras.
La maestría con que trabaja la madera le valió en el año 2008 ser galardonado con un importante premio: Spirit of Nature Wood Architecture Award; el más importante reconocimiento internacional que se otorga a un arquitecto en Finlandia y actualmente uno de los más importantes del mundo. El jurado de este concurso definió su trabajo de la siguiente manera:
“Las líneas básicas a lo largo de toda la obra de Cruz son sensibilidad y poesía pero, al mismo tiempo, racionalidad. Una obra de José Cruz Ovalle crea un ambiente donde la arquitectura presenta simultáneamente un acogedor microclima y una fluida sinfonía de espacios y lugares de encuentros, con una cuidada consideración de las soluciones materiales”.
La producción de José Cruz Ovalle, pone de manifiesto que la abstracción que supone la reflexión teórica y lo concreto de un pensar material, dan como resultado espacios racionalmente sensibles.
Reseña Biográfica:
José Cruz Ovalle nació en Santiago, Chile en el año de 1948. De 1968 a 1970 estudió en la Universidad Católica de Valparaíso, Chile. De 1970 a 1973 estudió en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, España.
En el año de 1975 abrió su propio estudio en Barcelona, en donde también practicó el oficio de la escultura.
En el año de 1987 regresó a Chile y abrió un estudio en Santiago.
Desde el año 2000 trabaja asociado con Ana Turell (su mujer), Hernán Cruz y Juan Purcell Mena.
Entre sus proyectos destacan: (1992) Pabellón de Chile en la Expo 92, Sevilla, España; (2000) Fábrica de manufactura de madera Centromaderas, Santiago, Chile; (2000-2001) Universidad Adolfo Ibañez, Santiago, Chile; (2002) Bodega Viña Pérez Cruz, Paine, Chile; (2002-2003) Casa Ocho al Cubo, Puchuncaví, Chile; (2002-2003) Edificio Pregraduados en Universidad Adolfo Ibañez, Santiago, Chile; (2005) Edificio de varios usos en Universidad Adolfo Ibañez, Santiago, Chile.